¿Qué mueve a un hombre, suponemos que libre y de buenas costumbres, a dar el paso de unirse a la Masonería?
He ahí la clave
de lo que luego será la percepción que la sociedad tenga de la Masonería…
Pero vayamos por orden. Para ello es necesario comenzar por definir a la
Masonería ¡Que no es una ONG! ¡Ni la correa de transmisión de ideas políticas,
sean cuales estas fueren¡ ¡Ni una asociación de ayudas mutuas! ¡Ni un
sustitutivo de la religión!
¡Y, en ningún caso, un lobby! ¡La Masonería, QQ.’. HH.’., es una Orden
Iniciática, Esotérica, Elitista y Caballeresca! Como Orden Iniciática reúne una
serie de características, tanto por lo que se refiere a su organización, como
por lo que respecta a la admisión de nuevos masones, al acceso de estos a la
formación y a la graduación y sistema de comunicación por el que los masones
llegan a adquirir, única y exclusivamente a través de su trabajo personal, los
conocimientos que la Masonería pone a disposición de los que dan realmente el
paso que separa al profano del auténtico iniciado. Como Orden Esotérica la
Masonería ha conservado y pone a disposición de los masones que realmente lo
son, los fundamentos de la Tradición Primordial que nos llega desde los
antiguos Misterios.
Como Orden
Elitista la Masonería pretende recibir en su seno y formar como masones a
aquellos que procuran vivir de acuerdo con valores espirituales, éticos y
morales que les convierten en auténticas elites sobre las que descansa el
futuro de la humanidad, en un mundo en el que lo que prima son los valores
terrenales, fundamentados sobre el materialismo y el poder.
Aun en la esperanza de que no sea necesario, puntualizaré que para la
Masonería, el concepto elitismo no guarda relación alguna con la estirpe
familiar ni con nada ligado al mundo de lo físico.
Como Orden
Caballeresca, la Masonería entiende y trabaja, a través de la acción individual
de los auténticos masones, por la consecución de un mundo finalmente liberado
de poderes fácticos, definitivamente de espaldas a cuantos pretenden imponer
dogmas y creencias, libre de todo tipo de demagogos, dictadores y dictaduras.
Un mundo en el que el servicio a la causa de la humanidad, sea la guía que
oriente la vida de los hombres. Ideal y fin de la Masonería por el que trabajan
los auténticos masones sin esperar ni recibir más recompensa que la
satisfacción del deber cumplido, al entender que cada uno de nosotros no es
sino un simple eslabón en la evolución de la humanidad. Un eslabón de la larga
cadena que nos une con aquellos iniciados que hace muchos siglos comenzaron el
largo camino, y con los que en un lejano futuro alcanzarán la meta. ¿Qué mueve
a un hombre, suponemos que libre y de buenas costumbres, a dar el paso de
unirse a la Masonería? Los enemigos de la Masonería, temerosos de que la verdad
acabe con el poder que obtienen y mantienen a través de la explotación de la
ignorancia y la superstición, por mediación de campañas de desinformación sobre
el ser, fines y principios de la Masonería, unidas a las de calumnias,
difamación e injurias sobre la Masonería y los propios masones, difundidas y
mantenidas durante siglos a través de los poderosos medios que controlan, han
hecho que nuestra Orden aparezca ante el mundo como una estructura oculta que
mueve los hilos de la historia.
Falacias con las
que desde hace siglos se bombardea a diario a las almas cándidas, han acercado
a la Masonería a todo tipo aventureros que llegan buscando ese poder material
que achacan a nuestra Orden quienes realmente lo detentan. Está claro que a
cuantos se hacen iniciar así motivados, no les mueve la Masonería ni sus
ideales, sino las propias ambiciones personales y profanas. Son los que
pretenden convertir a la Masonería en el soporte de sus carreras políticas, de
sus negocios, de sus ambiciones materialistas. Son, también, los que dan
autoridad a las campañas de desinformación, a las calumnias, a la difamación a
la que está permanentemente sometida la Masonería y, con ella, los masones.
Pero no siempre son malvados amorales los que dañan a la Masonería, los que
retrasan el avance ético, espiritual y
moral de los masones.
Llegan con
frecuencia a nuestras puertas, y desgraciadamente las franquean, profanos con
una idea equivocada de la Masonería; son los que la creen una ONG, un sustituto
de la religión,
una simple vía para practicar la caridad, un sitio donde hacer amigos, un
divertimento, una excusa para salir de casa, la alternativa al sillón del
psiquiatra, etcétera.
Por lo general
no son malas gentes, no buscan medrar, simplemente portan sus errores y pretenden
cambiar a la Masonería para adaptarla a sus ideas preconcebidas,
transformándose con ello en uno de los más graves canceres que padecemos.
¿Entendéis ahora, mis QQ.’. HH.’., por qué distingo y me refiero repetidamente
a los masones que realmente lo son? Ser
masón en nuestros días comporta una actitud ante la vida que convierte
en auténtica élite al que ha recibido los benéficos de la iniciación masónica.
Élites, no lo olvidemos, son todos aquellos que en un mundo donde reina la
materia, la envidia, el interés personal y el rencor, dedican al menos una
parte de sus vidas a formarse, a evolucionar espiritual, ética y moralmente, y
lo hacen desprovistos de ambiciones bastardas. Élites son todos aquellos que
dedican una parte de sí mismos a los demás, sin esperar otra recompensa que la
satisfacción de su propia evolución y la de haber obrado bien; sabiendo, y
actuando en consecuencia, que obrar bien no es solo no hacer directamente el
mal, sino no permitir, por acción u omisión, que alrededor de uno mismo se obre
mal, o lo que es lo mismo, no admitir que impunemente se obre contra las leyes,
contra la moral, contra los derechos de los demás, contra el orden
legítimamente establecido, contra los principios que defendemos.
Ser
masón en nuestros días es asumir que tras la iniciación masónica se
abre una vía al conocimiento, un camino hacia la luz que en la ceremonia de la
Iniciación pedimos para el iniciando los que pocos minutos después seremos sus
HH.’.. Una vía, un camino, que no es fácil de recorrer. Cuando al final de la
dicha ceremonia nos ordenan que cincel y mazo en mano golpeemos por tres veces
en la
piedra bruta situada a los pies de la columna B, nos están indicando
el que a partir de ese día habrá de ser el trabajo al que dediquemos en adelante
nuestras vidas ¡Trabajar en nosotros mismos hasta suprimir cada imperfección!
La meta del masón es convertir la piedra bruta
que es él mismo al llegar desde el mundo profano, en el sillar perfectamente
escuadrado y pulido que, de lograrlo, se inserirá en el Templo que la Masonería
pretende construir para la Humanidad.
Ser masón en
nuestros días es no pretender modernizar la Masonería, ni adaptarla a nuestras
propias ideas; por el contrario, el auténtico masón se conforma a las leyes de
la Orden, a sus tradiciones, a sus usos y costumbres. Ser masón en nuestros
días es no ambicionar grados, ni títulos, ni oficios, ni honores. El masón que
lo es realmente cumple con su trabajo y si sus HH.’. consideran que debe ser
admitido en una Cámara en la que sus obligaciones serán otras, asume con
humildad las nuevas responsabilidades que adquirirá en el desarrollo de
la Obra.
Ser masón en
nuestros días significa que si a un masón, que lo sea de verdad, sus HH.’. le
eligen para desempeñar algún oficio determinado, antes de aceptarlo medita muy
bien si está formado para desempeñarlo en beneficio del Taller y de la Obra; si
se considera preparado y dispuesto, se conforma a la voluntad de sus HH.’.; y
si no lo está o no dispone de tiempo para cumplir con las obligaciones que el
oficio comporta, renuncia, pues cualquier función que se realiza en Logia,
cualquier oficio que se desempeña, forma Ser masón en nuestros días es no odiar
al mal masón, procurando corregirle fraternalmente, más estando siempre atento
a que el mal ejemplo no influya en los HH.’. más jóvenes. Al autentico masón no
le tiembla el pulso ni le flojea en ánimo cuando hay que apartar a los que
entraron en la Masonería pero la Masonería no ha entrado en ellos. No lo duda
cuando hay que cerrar las puertas del Templo a los que trasladan sus
ambiciones, soberbia y vicios al
ámbito de la Logia, contaminándola así con el mundo profano.
En el Or.’. de Madrid,
VV.’. del Manzanares, el quinto día del mes de noviembre de 2005, e.’. v.’..
R.’. H.’. Miguel Angel de Foruria y Franco, M.’. M.’.
Fuente:http://www.diariomasonico.com/planchas/ser-mason
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