En su celebración contra la barbarie, la Cámara Alta abrió sus
puertas a los principales colectivos represaliados de forma sistemática
por el régimen Nazi… salvo uno, señala la publicación El Oriente*.
“Este olvido del Senado en España en el Día Internacional de Memoria contra el Holocausto sólo constata lo difícil que es afrontar la propia historia. Entendemos que nuestra presencia hubiese sido incomoda, pues de todos los colectivos represaliados por el terror Nazi, la Masonería es el que sufrió peor suerte en España, el único que no permite decir ocurrió lejos y fueron otros, que exigiría recordar y reconciliarnos con lo que pasó aquí, el único para el que se crearon leyes específicas en España y tribunales especiales en España, que padeció una persecución tan sistemática como en Alemania y mucho más duradera en el tiempo. De hecho, la labor de estos tribunales fue tan eficaz que terminaron por cambiar de nombre y función cuando no quedaba ya trabajo por hacer”, reflexiona para El Oriente el gran maestro de la Gran Logia de España, Óscar de Alfonso.
El Museo del Holocausto de Estados Unidos dedica una sección al exterminio de la Masonería bajo el régimen Nazi, que se inició de forma muy temprana. A principios de 1934, el Sistema Judicial de la Alemania Nazi dictaminó que los masones no podrían afiliarse al partido; en mayo, el Ministerio de Defensa prohibió la pertenencia a las logias a todo su personal, militar o civil; en el verano la Gestapo cerró a la fuerza muchas logias masónicas, confiscando sus bienes, bibliotecas y archivos; en octubre, el ministro del Interior del Reich Wilhelm Frick emitió un decreto que definía a las logias como enemigas de Estado.
Lo que siguió en Alemania al cierre de las logias, bien puede compararse con la obsesión del general Franco con la existencia de un contubernio judeo-masónico-comunista-liberal, al que llegó a referirse en su último discurso, en 1975. Así lo explica, literalmente, el Museo del Holocausto de Estados Unidos:
Heydrich creó la sección especial II/111 del Servició de Seguridad de
las SS para ocuparse específicamente de la Masonería. “Su personal
creía que la Masonería ejercía un poder político real, daba forma a la
opinión pública a través del control de la prensa, y estaba en
condiciones de provocar la guerra, la subversión y revolución”, explica
el Museo del Holocausto de Estados Unidos, retratando unas acusaciones
muy similares a las que justificaron la persecución sistemática de la
institución en España.
A partir de 1938, en plena preparación bélica comenzó a disminuir la presión sobre los antiguos miembros de la Orden en Alemania, que había cesado toda actividad en 1935. Los masones de los países conquistados no tuvieron tanta suerte. Imitando el ejemplo del Archivo de Salamanca, desde el que se centralizó la persecución de la Orden en España, los Nazis disolvieron todas las organizaciones masónicas en su expansión por Europa, incautando sus listas de miembros, bibliotecas, archivos, mobiliario y material ritualísitico, que eran enviados a la Oficina Central de Seguridad del Reich. La Francia no ocupada no fue una excepción de esta persecución. El régimen de Vichy declaró en 1940 a los masones enemigos del Estado y creó un fichero de sus miembros.
Como parte de su campaña de propaganda contra la Masonería en la Europa ocupada, los Nazis organizaron diversas exposiciones antimasónicas. “A través de la exhibición de objetos ritualísticos masónico robados de sus logias, tales exposiciones estaban destinadas al ridículo y odio directo hacia los masones y a aumentar los temores de una conspiración judeo-masónica”, explica el Museo del Holocausto de Estados Unidos. Es imposible visitar ya aquellas exhibiciones Nazis, las más importantes de las cuales se celebraron en París en 1940 y en Bruselas en 1941, pero resulta fácil hacerse una idea en Salamanca, donde aún es factible visitar la falsa Logia Masónica en cuya dramaturgia participó el propio jefe del Estado. Inalterada en la democracia, constituye un monumento a la persecución que la Masonería sufrió en España. Es visitado, cada año, por centenares de masones de todo el mundo.
Resulta imposible determinar con exactitud el número de personas que perdieron la vida por su condición de masones a manos de los Nazis, pues muchos de ellos tomaron pronto parte activa en el conflicto: “Debido a que muchos de los masones que fueron detenidos también eran judíos o miembros de la oposición política, no se puede calcular cuántos individuos fueron enviados a los campos de concentración nazis o fusilados sólo porque eran masones”, explica el Museo del Holocausto de Estados Unidos.
“La Masonería no actúa en la Historia, los masones sí, desde una radical libertad individual pero, también, desde la enorme firmeza de nuestros valores compartidos. En un momento en que la civilización como la conocemos estuvo a punto de desaparecer, fue la determinación de personas como nuestros Queridos Hermanos Franklin D. Roosevelt y Winston Churchill, la que permitió su supervivencia. Y el tesón de una cuñada, como decimos los masones, de Eleanor Roosevelt, el que permitió que de todo ese sufrimiento naciese la Declaración Universal de los Derechos Humanos, quizás, el fruto más importante que el siglo XX lega al XXI”, concluye Óscar de Alfonso.
“Este olvido del Senado en España en el Día Internacional de Memoria contra el Holocausto sólo constata lo difícil que es afrontar la propia historia. Entendemos que nuestra presencia hubiese sido incomoda, pues de todos los colectivos represaliados por el terror Nazi, la Masonería es el que sufrió peor suerte en España, el único que no permite decir ocurrió lejos y fueron otros, que exigiría recordar y reconciliarnos con lo que pasó aquí, el único para el que se crearon leyes específicas en España y tribunales especiales en España, que padeció una persecución tan sistemática como en Alemania y mucho más duradera en el tiempo. De hecho, la labor de estos tribunales fue tan eficaz que terminaron por cambiar de nombre y función cuando no quedaba ya trabajo por hacer”, reflexiona para El Oriente el gran maestro de la Gran Logia de España, Óscar de Alfonso.
El Museo del Holocausto de Estados Unidos dedica una sección al exterminio de la Masonería bajo el régimen Nazi, que se inició de forma muy temprana. A principios de 1934, el Sistema Judicial de la Alemania Nazi dictaminó que los masones no podrían afiliarse al partido; en mayo, el Ministerio de Defensa prohibió la pertenencia a las logias a todo su personal, militar o civil; en el verano la Gestapo cerró a la fuerza muchas logias masónicas, confiscando sus bienes, bibliotecas y archivos; en octubre, el ministro del Interior del Reich Wilhelm Frick emitió un decreto que definía a las logias como enemigas de Estado.
Lo que siguió en Alemania al cierre de las logias, bien puede compararse con la obsesión del general Franco con la existencia de un contubernio judeo-masónico-comunista-liberal, al que llegó a referirse en su último discurso, en 1975. Así lo explica, literalmente, el Museo del Holocausto de Estados Unidos:
“La propaganda nazi siguió vinculando a
judíos y masones. La virulenta publicación de Julius Streicher Tropas de
Asalto imprimió repetidamente caricaturas y artículos que trataban de
retratar una conspiración judeo-masónica. La Masonería también se
convirtió en una obsesión particular del jefe de la Oficina Central de
Seguridad del Reich, Reinhard Heydrich, quien contó a los masones, junto
con los judíos y la curia, como los enemigos más implacables de la raza
alemana. En 1935 Heydrich abogó por la necesidad de eliminar no sólo
las manifestaciones visibles de estos enemigos, sino de erradicar de
todos los alemanes la influencia indirecta del espíritu judío, un
residuo infeccioso judío, liberal y masónico que permanece en el
inconsciente de muchos, especialmente en el mundo académico e
intelectual”.
A partir de 1938, en plena preparación bélica comenzó a disminuir la presión sobre los antiguos miembros de la Orden en Alemania, que había cesado toda actividad en 1935. Los masones de los países conquistados no tuvieron tanta suerte. Imitando el ejemplo del Archivo de Salamanca, desde el que se centralizó la persecución de la Orden en España, los Nazis disolvieron todas las organizaciones masónicas en su expansión por Europa, incautando sus listas de miembros, bibliotecas, archivos, mobiliario y material ritualísitico, que eran enviados a la Oficina Central de Seguridad del Reich. La Francia no ocupada no fue una excepción de esta persecución. El régimen de Vichy declaró en 1940 a los masones enemigos del Estado y creó un fichero de sus miembros.
Como parte de su campaña de propaganda contra la Masonería en la Europa ocupada, los Nazis organizaron diversas exposiciones antimasónicas. “A través de la exhibición de objetos ritualísticos masónico robados de sus logias, tales exposiciones estaban destinadas al ridículo y odio directo hacia los masones y a aumentar los temores de una conspiración judeo-masónica”, explica el Museo del Holocausto de Estados Unidos. Es imposible visitar ya aquellas exhibiciones Nazis, las más importantes de las cuales se celebraron en París en 1940 y en Bruselas en 1941, pero resulta fácil hacerse una idea en Salamanca, donde aún es factible visitar la falsa Logia Masónica en cuya dramaturgia participó el propio jefe del Estado. Inalterada en la democracia, constituye un monumento a la persecución que la Masonería sufrió en España. Es visitado, cada año, por centenares de masones de todo el mundo.
Resulta imposible determinar con exactitud el número de personas que perdieron la vida por su condición de masones a manos de los Nazis, pues muchos de ellos tomaron pronto parte activa en el conflicto: “Debido a que muchos de los masones que fueron detenidos también eran judíos o miembros de la oposición política, no se puede calcular cuántos individuos fueron enviados a los campos de concentración nazis o fusilados sólo porque eran masones”, explica el Museo del Holocausto de Estados Unidos.
“La Masonería no actúa en la Historia, los masones sí, desde una radical libertad individual pero, también, desde la enorme firmeza de nuestros valores compartidos. En un momento en que la civilización como la conocemos estuvo a punto de desaparecer, fue la determinación de personas como nuestros Queridos Hermanos Franklin D. Roosevelt y Winston Churchill, la que permitió su supervivencia. Y el tesón de una cuñada, como decimos los masones, de Eleanor Roosevelt, el que permitió que de todo ese sufrimiento naciese la Declaración Universal de los Derechos Humanos, quizás, el fruto más importante que el siglo XX lega al XXI”, concluye Óscar de Alfonso.
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